NOTAS---------------
Cuando estudiaba segundo por segunda vez o tercero de carrera en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid (*), vi carteles en los pasillos que invitaban a colaborar en la revista Arista del citado centro (*); y entre otras propuestas que esbozaban, animaban a que se enviasen poesías. Mi sorpresa fue mayúscula. Esto merecía un brindis al sol y un guiño a la luna, así que echándole valor, pero con mucho temor y no menos vergüenza, les mandé el “Yo, lagarto”, poema que escribí en 1974 y que a mí y a algunos de mis amigos nos gustaba mucho (*). Aunque salió amputado, pues faltaban las últimas estrofas, aproximadamente un tercio del poema (*), lo publicaron en el número 2 de dicha revista (1977), en la sección denominada Buzón de Arista. Por los comentarios que oí, y tal vez por empatía, parece que tuvo bastante éxito. A partir de entonces los que manejaban el cotarro cultural empezaron a mirarme de otra forma, con simpatía; mientras otros, igual de asombrados, como el bicho raro que describe la poesía. No lo recordaba ni por lo más remoto, pero habría la sección “Confesión a un matemático”, un poema de Luis F. Solance, colaborador de lujo en esta web, con el que estaba empezando una gran amistad que dura hasta hoy día, recién estrenado 2011. Algunos de los rasgos más acentuados e indelebles de su personalidad aparecen ya en esa obra, como se puede apreciar, entre otras, en las dos estrofas siguientes, las cuales, al amparo de la madre de las ciencias, rezuman esencias exactas de impotencia y duda: …. Quiero ser libre Me alegró mucho que publicaran mi “Yo, lagarto”, pero cuando me di cuenta que faltaba una parte significativa del poema me pillé un cabreo morrocotudo, y acto seguido protesté enojado. Según me dijeron, la mutilación fue un error en la composición, y a la par que se excusaban me ofrecieron llevar dicha sección, responsabilidad que acepté con gusto. Lo primero que hice fue cambiar su nombre, que pasó a denominarse Azulejos, una de mis palabras favoritas; y también su carácter o destino, restringido a partir de entonces a trabajos literarios y artísticos en general, o sobre materia relacionada con el Arte; quedando el Buzón de Arista para recoger las críticas, sugerencias, etc. de los lectores sobre los contenidos, el diseño y la estructura de la revista.
Ilustración que figura en la cabecera de Azulejos
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ Algunas poesías que se publicaron en Azulejos, la sección cultural de la revista Arista.
Dibujo de Carlos Rebollo, representativo del Op-Art,
publicado
Ilustración de la primera novela de José María del Val,
Ilustración de "Memorias del muerto. Así cayeron mi siglo y mi idea",
Cuando acabé la carrera de ingeniería industrial nos encontrábamos en una de las múltiples crisis económicas cíclicas de los sistemas capitalistas, consecuencia, según decían, de la “crisis del petróleo de 1979” (*); de similar envergadura que la actual, puso de moda las políticas de ahorro energético y las energías renovables limpias, pero sobre todo la energía nuclear, que quizás era de lo que se trataba en el fondo (*). Como no encontraba trabajo cursé los dos años de Doctorado en la especialidad Técnicas Energéticas, que era la mía, con una beca del Colegio de Ingenieros Industriales Superiores de Madrid (*). Al finalizar me planteé hacer la tesis doctoral, por lo que fui a hablar con Martínez-Val (*), con el que tenía cierta confianza. Muy amablemente, me propuso hacer la tesis con él; el título iba a ser algo así: “Estrategias para minimizar el riesgo radiactivo en la fase post-reactor del ciclo del combustible de centrales nucleares”. Yo acepté encantado, sonaba bien, podría ser al fin útil a la Humanidad. Lamentablemente toda la bibliografía que me pasó venía en inglés, idioma que no me era nada familiar pues en el Bachillerato había estudiado francés; por lo tanto me costaba mucho entender algo, y mis traducciones siempre eran a golpe de diccionario. Este hecho y otras circunstancias personales, hicieron que abandonara la idea de hacer dicha tesis, al menos hasta que tuviera un nivel aceptable de inglés, y decidí irme a Málaga. Antes de mi partida traté inútilmente de contactar en persona con mi “mecenas”, pues no me gusta hablar por teléfono, para comentarle la mala nueva. Y cuando de nuevo volví a Madrid, me daba corte; pensaba que ya ni se acordaría de mí, y no encontraba el momento de darle las explicaciones que, finalmente, al cabo de muchos años, le di. En aquél tiempo, segunda mitad de los 70, la Escuela de Ingenieros industriales de Madrid era un hervidero cultural y político...
(Continuará......)
(*) Casualidades de la vida (hay muchas) bastante tiempo después, en 1993, durante las excavaciones arqueológicas del yacimiento de Ambrona, conocería a otro Santonja, Manolo, con el que trabaría amistad y terminaría siendo el director de mi tesis doctoral sobre el paleolítico antiguo de la Meseta Ibérica. Manolo, no sé si en serio o en broma, decía que era primo de Carmen Santonja, una de las Vainica Doble, dúo musical que me gusta mucho. Y lo que son las cosas, transcurrido aproximadamente un año desde que escribí lo anterior, en junio de 2012, quedé con Manolo en la galería Esquina Arte Contemporáneo para ver una exposición del pintor Ramiro Tapia, amigo suyo y ahora también mío, con el que de vez en cuento quedo a charlar cerca de su estudio madrileño de la calle Alameda. Pues bien, resulta que Ramiro era íntimo amigo de Carmen Santonja... Ambos montaron en 1952, junto con Chus Lampreabe, un estudio de pintura por la zona de Pueblo Nuevo, en el barrio de Ventas de Madrid.
Carmen Santonja (Vainica Doble) y el pintor Ramiro Tapia
(*) José María Martínez-Val Peñalosa es actualmente Catedrático de Termotecnia de la E.T.S.I.I. de la Universidad Politécnica de Madrid y Director de la Fundación para el Fomento de la Innovación Industrial, así como Presidente del Comité Científico y Técnico del EURATOM. También es miembro del Consejo Científico de la Fundación IBERDROLA. Ha sido Presidente de la Sociedad Nuclear Española (1987-88) y Director de la citada escuela de ingenieros (1991-1995). Ha escrito múltiples artículos científicos y varios libros, entre ellos “Un empeño industrial que cambió a España. 1850-2000. Sesquicentenario de la Ingeniería Industrial”, y ha dirigido la elaboración del “Diccionario Enciclopédico de Tecnología”; ambos publicados por Editorial Síntesis. Además es inventor.
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